viernes, 18 de septiembre de 2009

EN EL NOMBRE DEL PADRE

Es curioso conversar con unos futuros padres y ver con que ilusión tienen ya pre-elegidos los nombres de sus futuros hijos, y cómo negocian entre ellos el nombre de cuál de los dos será el elegido para el futuro ser.



YO: ¿Qué función tiene el nombrar a una persona?
NITHAEL: Los seres humanos tenéis un cuerpo o materia, pero no sois sólo materia, sino que sois además piezas energéticas del gran puzzle en construcción que es la Energía, la Conciencia, el Universo o Uno….en definitiva…EL SER. Cuando nombráis a un ser estáis creando con vuestra voz, que es emitida desde vuestro cuerpo material, un puente para invocar a ese “cuerpo” energético que es el ser nombrado. La palabra crea la unión entre lo material del ser (puesto que designa o nombra a un “yo” físico) y la energía que lo habita (el “yo” invisible). Nombrar algo o a alguien es invocar su vibración energética y asociarla con un cuerpo, ya esté éste presente o ausente. Nombrar a alguien es atraer hasta el ser que está nombrando a la energía vital del ser que es nombrado. Es hacerle estar real y verdaderamente presente en ese “aquí” y ese “ahora” del nombramiento. Es invocar, llamar, traer al presente a un espíritu encarnado, sin siquiera necesidad de que su cuerpo físico esté presente. Puede un ser estar físicamente a miles de kilómetros del invocador, y basta sencillamente con nombrarlo para que su esencia espiritual se haga presente en el lugar mismo de la invocación.



YO: Entonces es una responsabilidad importante el elegir uno u otro nombre para un ser que viene a la existencia, ¿no es así?
NITHAEL: A menudo soléis deciros aquello de “la intención es lo que cuenta”. Pues éste es el motivo de esa expresión. Un nombre no siempre es el correcto para una persona en concreto; al igual que a menudo vuestro hacer no es el más adecuado para crear la realidad que pretendéis. No siempre el nombre que empleáis es la palabra que más certera y eficazmente hace presente a la vibración energética del ser nombrado. Sin embargo, la intención de hacerle presente es lo que le hace ser atraído a ese presente. Es por eso que vuestros seres pre-existentes ponían nombres en función de características físicas del nuevo ser, o bien de un acontecimiento físico sucedido en el momento del alumbramiento del nuevo ser (algo que evoque la energía que en ese momento se estaba encarnando), o sencillamente el nombre de un antepasado (por la convicción de que un “algo” de ese anterior ser pre-existente va a permanecer presente en este nuevo ser por lógica de permanencia generacional). De esa manera se aseguraban que la vibración de energía del nuevo ser estuviese en consonancia con la materialidad del mismo y con el nombre que les representaría a ambos en adelante.



YO: ¿Qué consecuencias tiene entonces el nombrar a alguien? Porque, tal como lo explicas, me hace ver que nombramos a los demás con relativa facilidad y sin demasiados miramientos…
NITHAEL: Amén. Hay Verdad en tus palabras. Nombrar a un ser es adquirir la facultad de poder sobre la esencia espiritual de ese ser. Al alcanzar la capacidad de traerle al presente, es también una manera de tenerle o poseerle a voluntad. Tened en cuenta, humanos, que al tener poder sobre el ser espiritual, se adquiere también en parte su autoridad, sus capacidades y potenciales. Es por eso que el Dios de Israel no se deja nombrar por Moisés:

“Contestó Moisés a Dios: «Si voy a los israelitas y les digo: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros"; cuando me pregunten: "¿Cuál es su nombre?", ¿qué les responderé?»

Dijo Dios a Moisés: «Yo soy el que soy.»

Y añadió: «Así dirás a los israelitas: "Yo soy" me ha enviado a vosotros. (…). Éste es mi nombre para siempre, por él seré invocado de generación en generación.» “

(Éxodo 3, 13-15)



Es por eso que se dice de los primeros cristianos que sanaban realidades enfermas de sus contemporáneos: porque lo hacían todo en nombre de Jesucristo. Y al invocarle con ese nombre (que procede de: Jesús, “Dios salva a su pueblo”, el perfecto hombre material y Cristo, “el Ungido”, el perfecto Ser) le hacen presente con todo su poder y capacidades como Dios encarnado, Ser en materia, Conciencia reunificadora.

El nombre es un arma de poder. Es una sencilla pero, a la vez, muy eficaz herramienta. Por eso se os ha dado un resumen de todo lo aquí considerado para que lo tengáis siempre presente:

“ Porque donde están dos o tres reunidos EN MI NOMBRE, allí estoy yo en medio de ellos. “
(Mateo 18, 20)

¡¡¡ VÍVELO !!!











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